Madre cuanto me dolió tu asencia

Esta mañana desperté consciente de que se acerca no sólo el día de la madre, sino tu cumpleaños; doble festejo en un mismo mes. Yo hace bastantes años no festejo ninguna de las 2 cosas a tu lado, si no me equivoco van más de 11 años que no lo hago.
Te preguntarás qué me dio por escribirte hoy, si realmente nuestra relación es nula, de no ser de unos días para acá que hemos tenido conversaciones de las cosas que van pasando actualmente, no me lo tomes a mal pero tengo que ser honesta contigo y a su vez conmigo, a estas alturas sé que necesito a mi madre. Porque se supone es tu mejor amiga, quién mejor que ella para aconsejarte, alentarte y cuidarte, incluso ya maduros, hasta regañarte y darte un jalón de orejas.
Pero te digo algo, no quiero ni lo hago con la intención de juzgarte, pero para mí no has sido más que la extraña que dormía al otro lado del pasillo, nunca te he visto realmente como mi amiga, es más, ni siquiera como a la persona con la cual pudiera llorar por un corazón roto, he escuchado infinidad de veces que, padre no es el que engendra sino el que cría, en tu caso, tú sólo me engendraste, te cercioraste de que no me faltara nada económicamente y académicamente, pero nunca tuve amor o cariño de tu parte.
Yo soy de esa generación de niños que los criaron a golpes y castigos, más lo uno que lo otro; sé que no he sido fácil, sé que también tengo muchos errores que asumir y lo hago, los veo de frente y he aceptado que no puedo corregir muchos, pero, pese a ello trato de ser mejor persona, porque mis abuelos me enseñaron eso.




Hoy me armo de valor para decirte que no te odio, no creas que siento eso por ti, hoy me doy cuenta que si me buscas es sólo porque ya te estas quedando sola; como todos, necesitas a las personas cerca para no sentirte mal, en tu caso, tu dependencia a los demás seres es lógica, nunca has estado sola. Si no era una pareja, era mi hermana, que por cierto la has hecho como tú eres, nunca entendí porque yo no encajaba contigo, a veces pensé que era porque como lo dijiste: los chiquillos no eran parte de tus planes y en su caso menos yo, aun eras una niña cuando llegue al mundo.
En lugar de atenderme te alejaste y creaste una barrera, no sé qué hice para ganarme ese desprecio que siempre me has tenido, te lo juro muchas noches le pedí a Dios que me llevara o me diera otra madre, porque no entendía que te había hecho; hoy en día sigo sin entenderlo, sigo pensando que en lugar de tener a una amiga en ti, tengo sólo a una extraña, que tiene en común la sangre pero no un sentimiento, siempre para ti he sido un alacrán, que si no pica de frente te pica por la espalda, pero siempre es así, dices que mi signo me rige. Para mí eres mi madre, el ser que me procreó, que alguna vez hace años me deseo la muerte, que sólo se llena la boca diciendo: “es mi hija” cuando algo que hice la favorece indirectamente, pero después sigo siendo ese ser ajeno a ti.
Hoy cuando empiezo a cerrar ciclos en mi vida, te digo honestamente, nunca te he odiado, si te pasara algo me preocuparía, pero no me ocuparía. Hoy te digo que me has hecho falta como no tienes una idea, pero dejaste un buen reemplazo en tu ausencia. Hoy mamá, cierro ese ciclo de no querer pensarte, de insistir en que estoy mejor lejos de ti y realmente es cierto, he crecido más y mejor sin ti, me aprendí a valer por mí misma, a lograr proyectos sola, he procurado ser mejor y como todos tengo errores, pero se reconocerlos; no soy ese alacrán que dices que soy, porque ¿sabes algo? soy muy noble, me enseñaron a ser así.




Hoy mamá te abro la puerta de mi casa para sentarnos y conocernos, no te prometo ser tu amiga, pero sí estar para ti, para escucharte; sólo te pido una cosa que aprendí en este tiempo, aprende a ser humilde y a bajar la cabeza, yo no voy a llegar a pedir disculpas por ser la hija que no deseabas, yo no me voy a arrodillar, a suplicar atención porque no me enseñaste eso. Si hoy cedí para que tuvieras mi número de teléfono y hablaras conmigo, es sólo porque quiero que ese pasado quede en el lugar que debe estar, te abro una puerta esperando que seas humilde para reconocernos.
No quiero que vengas a casa y ofendas mis gustos, a tus nietos, mi pareja, mis decisiones… Y a lo más importante: tu madre; porque al final del día ¿te digo un secreto que descubrí? te debes a ella, esa mujer que tienes olvidada en un rincón lejano, te dio la vida, te ha apoyado cada uno de tus días y si no ha sido la mejor madre del mundo (¿acaso alguien lo es?) pero se esforzó por que fueras un mejor ser humano, ¿sabes porqué lo sé? porque ella me crió a mí, de ella aprendí lo que es sacrificar, ceder y no obtener nada a cambio, ella merece que le des su lugar y su valía como ser humano, ella te enseño a caminar a ti, te cargo en brazos, te cuido mientras enfermaste, te ayudo a cuidarme y no sólo a mí a mi hermana, primos y bisnietos. Merece que seamos un poco más agradecidos con ella. Ella nos incluye todas las noches en sus peticiones a Dios, pide por nuestra salud, nuestro trabajo y nuestro bien.
Ella es el motivo por el cual yo hoy te abro la puerta, te invito un café y te ofrezco sentarnos a platicar, porque sé que me debo a ti, quizá no en todo pero sin ti, yo no estaría hoy aquí. Mamá, no puedo decirte que te amo, porque no quiero mentirte… Sin embargo sí te quiero, te aprecio y te pido que si hoy quieres acercarte a mí, sea de la mejor manera, para conocer a ese ser de 33 años, que hoy te abre una puerta, porque reconoce que como todos los seres humanos: necesita a su madre.


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